Newletter Nro. 2 – Cariló & Villa Gesell

Un par de notas en el mar 

Viajar a la Costa en invierno (o en uno de estos fines de semana del otoño tardío) tiene el valor agregado de cierta nostalgia que contrasta con el fervor multitudinario de la temporada alta de cada verano. El cielo cubierto de nubes densas (o, por qué no, una afortunada tarde de sol), el aire frío soplando desde el mar y las playas poco pobladas potencian la belleza de su paisaje natural.

La propuesta en esta oportunidad es la de acercarse a dos destinos apenas más cercanos y menos convocantes que la gran ciudad de Mar del Plata, emblema de la Costa Atlántica. Por un lado, Villa Gesell, otro de esos clásicos para revisitar en cualquier momento del año, ya sea en pareja, con chicos o simplemente en plan de escapada entre amigos. Por otro, Cariló: rodeado de un abundante bosque, con elegantes construcciones, repartidas entre galerías comerciales e importantes casas, un encantador pueblito con vista al mar.

El balneario preferido: Villa Gesell.

A 370 km. de la ciudad de Buenos Aires, y de cara al Atlántico, Gesell se convirtió en una de las alternativas preferidas a la hora de viajar a la costa en temporada alta. Tierra de aventuras, es un lugar perfecto para practicar deportes extremos en sus médanos como el sandboard, hacer recorridos en cuatriciclo, bicicleta o a caballo; y, en verano, sus olas son ideales para el surf, windsurf y kitesurf (quizás el más adrenalínico de todos, utilizando un “barrilete” como propulsor sobre la superficie del mar). Más allá de esto, y debido a la gran cantidad de gente que recibe cada año, se encuentra muy preparado con actividades, infraestructura, paseos y comercios que pueden visitarse durante todo el año. Entre las tres avenidas principales que atraviesan su centro comercial, aparecen teatros, centros culturales, bares y restaurants, y puede destacarse el Paseo de los Artesanos, que, en verano, recibe más de un millón de turistas. Claro que todas las calles conducen a la playa, y, para continuar el recorrido por la Costanera, nada mejor que la rambla que ofrece la mejor vista del Atlántico en cada amanecer o puesta del sol. Para los pescadores, el muelle principal (en Paseo 129 y la playa), de 150m de largo, está abierto todo el año y es el sitio predilecto para la pesca de especies como la corvina negra, el lenguado, el tiburón gatuso, entre otras.

Entre médanos y bosques de pino, el Pinar del Norte es un predio de 14 hectáreas que registra la historia de Villa Gesell desde su fundación en 1933. Pueden verse distintas construcciones antiguas, entre ellas, la casa de Don Carlos (Gesell), fundador de la primera villa homónima. Así también, el Museo Municipal, atesora los documentos de la época y exhibe fotografías y objetos-herencia de la primera parte del siglo XX. Continuando el recorrido histórico, el Vivero Municipal, reúne ejemplares de la vegetación originaria, y especies más exóticas como los centenarios árboles norteamericanos: las sequoias.

Por último, a unos 30km. del centro de la ciudad se encuentra la Reserva dunícola del Faro Querandí, el segundo más alto de toda la costa bonerense. Para su acceso es imprescindible contar con un vehículo cuatro por cuatro, ya que hay que atravesar la playa para dar con el lugar. Sino también, pueden contratarse excursiones que llegan hasta el predio del faro, de más de 5000 hectáreas de dunas, pinares y su enorme panorámica del mar Atlántico.

Una playa escondida: Cariló. 

Las callecitas que recorren el boscoso pueblito de Cariló (su nombre significa “médano verde” en mapuche), a unos diez kilómetros de Pinamar –camino a Gesell–, y que conducen a la playa, completan una postal entrañable que nos invita a conocer un perfil distinto al típico balneario de las playas argentinas. Entre casitas y casonas, entre típicas construcciones de la costa y algunas más modernas y lujosas, su centro de calles de arena y abundante vegetación (en la que se mezcla los jardines muy cuidados con la rusticidad del bosque histórico) resulta encantador.

El centro comercial de Cariló cuenta con algunas de las galerías y paseos comerciales – construcciones donde predomina la madera y la piedra– más lindas de la región. Lugares como el novedoso Paseo de los Arcos, la Galería Terrazas o el Paseo de las Victorias, rodean un centro comercial antiguo (aunque renovado) ideal para salir de compras en los locales que ofrecen marcas de primer nivel, pero donde también abundan las casas de artesanías y productos regionales como quesos y dulces caseros, talleres de talabartería y de fabricación de muebles. Además, claro, de que existe una gran variedad de restaurants, ya sean más gourmets y sofisticados, o aquellos que ofrecen platos típicos de la región como pescados o pastas caseras con salsas de hongos de pino. De igual manera que las tradicionales casas de té, heladerías y chocolaterías, ideales para darse un gusto luego de una jornada recorridos.

Además de su principal atractivo paisajístico, que combina el encanto invernal de un pueblito de montaña con las vastas playas de la Costa Atlántica, aquellos que buscan un poco más de movimiento –o, en el caso de que la lluvia proponga algún plan más citadino como ir al cine o el teatro–, Pinamar siempre se encuentra a unos pocos minutos de distancia. Sin embargo, lo más recomendable no deja de ser desenchufarse de la ciudad por unos días y disfrutar de la calma que ofrece este rincón tranquilo, con sus kilométricas playas de arena dorada, perfumada por sus bosques y el aire fresco que nos llega desde el mar.

Más información:
www.gesell.gov.ar
www.carilo.com